domingo, 30 de diciembre de 2012

Familia

- Y entoncés Jonás cayó al mar...
- ¿ Y entonces qué, padre?
- Y entonces se lo tragó una ballena...
Los ojos del Niño, cinco o seis años, se redondean por el asombro, haciendo los coros a la boca, abierta en un "oh" silencioso.
- ¿Y entonces?
Una figura grácil aparece detrás del Niño, llevando platos y copas. Una chispa juguetona ilumina los ojos de José, y continúa, mirando de reojo a María.
- Y entonces, la madre de la ballena le dijo... No juegues con la comida, hijo, y termina de una vez!
La risa de María, cascabeles, arroyos, pura alegría sonora, contagia a José, y Jesús se vuelve a mirar a Su Madre.
- Madre, ¿has oído la historia de Jonás? ¡Se lo tragó una ballena!
María besa en la cabeza, entre los rizos morenos, a ambos, y les dice con una sonrisa:
- Hora de tragar, como la ballena. Anda, Hijo, ayúdame a poner la mesa.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad

Cuando Belen era muy pequeña, tenía no se muy bien qué, ya sabéis cómo son los médicos, que nunca se enteran de nada... La cosa es que cuando la tumbaba, empezaba a poner caras raras, y luego a llorar y a toser y se ponía afónica. Con dos semanas, hacía un ruido al respirar que parecía Darth Vader. 

Así que la diagnosticamos de reflujo gastroesofágico (que luego no hubo forma de demostrar con pruebas, ni mejoró nada con ningún tratamiento, y se le pasó solo al año y medio) y la única forma de evitar que se pusiera así era tenerla incorporada. Todo el tiempo. 

De forma que, durante muchos meses, dormí sentada en el sofá, con Belén en brazos, enchufada al suministro lácteo materno, y con el paso del tiempo, ya la cambiaba de pecho sin despertarnos ninguna de las dos. Y recuerdo esas noches, abrazada a mi hija, con un cariño especial. 

También recuerdo la noche que se me cayó. Tendría 4 o 5 meses, y debía estar yo especialmente cansada. La cosa es que me desperté sin saber muy bien dónde estaba ni qué pasaba. Tardé unos segundos en orientarme, oír los berridos de la enana e integrar lo que había pasado. Tras unos instantes de pánico, una vez pescada la niña del suelo y comprobada la ausencia de lesiones visibles, alfombré el suelo de cojines, y a la mañana siguiente rescatamos una colchoneta de playa del trastero y la estuvimos usando de salvavidas. 

Nunca más se me volvió a caer. 

Así que, Madre, si me dejas coger al Niño, tendré mucho cuidado. Ya sé que Le he dejado caer muchas veces. Pero, con tu ayuda, no se me caerá más. Si me duermo, o me despisto, tú me avisas, ¿vale?

martes, 18 de diciembre de 2012

Juegos de palabras


Como algunos de vosotros sabréis a estas alturas, el que fue juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ha dictado una sentencia en la que afirma: que llamar "zorra" a una mujer no es delito, ni falta, ni nada, porque quien usa ese adjetivo en realidad lo que quiere decir es que dicha mujer es astuta y sagaz. En base a ello, he aquí el escrito que le ha remitido una ciudadana……

"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría.

El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:
 
Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".
 
Se ha puesto como un energúmeno, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad.
 
El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de mi tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia dónde soplaba el viento.
 
Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.
 
Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable.
 
Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Abueletes

Dos abueletes están sentado en el banco del parque.
El primero dice: - "Tengo unas ganas locas de tomarme un helado
El segundo le responde: - "Voy a comprarlos, de qué lo quieres?"
"Dos bolas de chocolate"
"Yo, dos de vainilla"
El primero dice" - "Sería mejor que te lo apuntases...."
"Quita ya", le dice el otro abuelete, "si el carrito del helado está ahí enfrente"
"Apúntalo, que te olvidas..."
"Que no, que no lo olvido"

Y se va murmurando, "dos bolas de chocolate, dos de vainilla, dos bolas...."
Después de un cuarto de hora regresa con dos perritos calientes.
Y el otro le dice - "donde está la mostaza?"
"Maldita sea, me la he olvidado!!!"
"Lo ves, ya te dije que lo apuntases...."

viernes, 7 de diciembre de 2012

Boss



Esta es una de mis canciones favoritas del Born in the USA. Es deprimente, lo sé. Pero es un tío que quiere de verdad a una chica. En aquel entonces no me parecía posible.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La vida del mundo futuro

En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:

- ¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

¡Feliz comienzo del Adviento preparándonos para el nacimiento del Niño Dios!

Cortesía de Yomisma

miércoles, 5 de diciembre de 2012